Territorios emergentes y producción reticular
José Pérez de Lama, osfa < hackitectura.net >

La guerra de los sueños

Let’s squat the air and drown the Geneva summits into wifi-clouds! Let’s civilize the sky and occupy the satellites for community media! Let’s flood the fiber networks with contributions from all over the world! Let’s turn the ngo talkfests into jam sessions of liberated technologies! Let’s spread the virus of tactical media and circulate the images and narratives of a global movement of movements! Let’s celebrate the freedom of independent communications with a festival of conferences and workshops, local and remote events, parties and parades! Let’s open a thousand media bazaars and celebrate the untamed channels! Let’s cast the night away and corroboree [1] in Geneva, December 2003. Escrito y desarrollado por Dee Dee Halleck, Michael Hardt, Jamie King, Hagen Kopp, Susanne Lang, Geert Lovink, Florian Schneider, Pit Schultz, Alan Toner y muchos otros activistas de indymedia Centers en Ginebra y Suiza, así como Francia, Italia, y Alemania (Schneider, 2003).

Este fue el párrafo final de la convocatoria para la contracumbre global de la Sociedad de la Información, que se celebró en Ginebra (Suiza) en el 2003. El corroboree, el encuentro en torno a los sueños, no resultó tan extraordinario como prometía el texto; la policía desalojó a los medialabs de los activistas de sucesivas sedes, y las actividades en sí mismas no tuvieron excesiva influencia sobre los agentes hegemónicos que se reunían en la cumbre oficial ni sobre la opinión pública. Aun así, fue un momento interesante en la veloz (intra)historia de los movimientos sociales empeñados en promover la agitación en los nuevos espacios mediáticos. El gran debate interno de aquella ocasión fue el de las relaciones entre libertad del conocimiento y la información, y libertad de movimiento. Fue un debate duro. A algunos nos sirvió para intuir o quizás confirmar el carácter híbrido de los nuevos territorios, en los que se mezclan, íntimamente conectados el silicio y el carbono, los cuerpos y los bits.

Estos días hemos asistido a otro evento histórico de producción reticular territorial, de conexión de átomos y bits, aunque de signo bien distinto. Me refiero a los juegos olímpicos de Pequín del 2008, y en particular a la máquina estadio olímpico: ceremonia inaugural, un evento que, según la prensa, contó con la participación de 4000 millones de espectadores. Los elementos empleados han sido muy similares a los invocados por los activistas en Ginebra en el 2003 –flujos electrónicos, redes de comunicación, satélites...–, pero ahora al servicio de proyectar la imagen de la nueva China sobre todo el planeta: eficiencia, contemporaneidad, poder económico, capacidad organizativa y creativa. También el procedimiento ha sido diferente; en lugar del bazar de los mediactivistas europeos, la producción fue estrictamente catedralicia (por usar el símil de Raymond), fuertemente jerárquica y altamente planificada. La atmósfera de la inauguración –y entiendo que ese era el principal producto más allá de la narrativa del espectáculo– fue el resultado de un complejo ensamblaje entre el edificio de los arquitectos suizos Herzog y De Meuron, los actuantes y asistentes y los flujos de bits (luz, audio, ondas electromagnéticas), cuyos principales receptores no eran tanto los 90 000 espectadores físicamente presenciales, sino los 4000 millones de telespectadores. El evento tenía lugar físicamente en Pequín, pero estaba ocurriendo también en las redes mediáticas globales. No sería nada demasiado nuevo, si no fuera por las dimensiones de la audiencia, que nos hacen suponer que quizás se haya producido una realidad cualitativamente nueva. El que, como también ha ido difundiendo la prensa, el acontecimiento fuera siendo editado en real time, no solo para los telespectadores sino también para los espectadores presenciales, nos hace pensar que el producto principal era el postproducido o editado y no el que hasta hace poco tiempo habríamos llamado el evento «real» (Pérez de Lama, 2008).

La atmósfera, en fin, era un ambiente de ciencia ficción mezclada con concierto de rock. Los principales responsables de este territorio reticular en que nos sumergimos a escala planetaria el 8 del 8 del 8 fueron, sintomáticamente, no tanto los arquitectos estrella, sino un director de cine, Zhang Yimou, y un director artístico de los Rolling Stones, Mark Fisher.

Un mundo, un sueño –como en el corroboree– fue el lema de esta edición de los juegos olímpicos. ¿Territorios que se fundan y se tejen con sueños? Aunque ya se ve que unos y otros sueños tienen un carácter muy diferente.

Espacio de los flujos

Algunos antecedentes para poner la cuestión en situación: en 1996 Manuel Castells publica su enciclopédico trabajo de investigación titulado The Information Age (Economy, Society and Culture). En el primer volumen, titulado «The Rise of the Network Society», Castells expone su interpretación de las transformaciones espaciales:

nuestra sociedad está construida en torno a flujos: flujos de capital, flujos de información, flujos de tecnología, flujos de interacción organizativa, flujos de imágenes, sonidos y símbolos. Los flujos no son solo un elemento de la organización social: son la expresión de los procesos que «dominan» nuestra vida económica, política y simbólica. Si ese es el caso, el soporte material de los procesos dominantes de nuestras sociedades será el conjunto de elementos que sostengan esos flujos y haga materialmente posible su articulación en un tiempo simultáneo. Por lo tanto, propongo la idea de que hay una nueva forma espacial característica de las prácticas sociales que dominan y conforman la sociedad red: el espacio de los flujos. El espacio de los flujos es la organización material de las prácticas sociales en tiempo compartido que funcionan a través de flujos [Castells, 1999].

El espacio de los flujos se opone e impone su lógica sobre el espacio tradicional que Castells denomina espacio de los lugares. «La ciudad global no es un lugar sino un proceso», escribe el autor. Para Castells, como para muchos otros autores –como, por ejemplo, Arquilla y Ronfeldt, 2001–, aquellos agentes sociales que sean capaces de operar en el espacio de los flujos serán los que logren conseguir una posición dominante en el nuevo contexto. Una consecuencia de esta argumentación es que para la intervención transformadora en los territorios contemporáneos es necesario operar en el nuevo contexto de los flujos. Aunque en 1996 Castells asocia esta nueva espacialidad al capitalismo global, los años transcurridos desde entonces nos han demostrado que no es exclusiva de este, y esta sería la primera hipótesis del presente trabajo: es posible imaginar otros diagramas para el espacio de los flujos, otros agenciamientos entre globalización e informacionalización diferentes de los del capitalismo reticular; agenciamientos que desde el punto de vista del urbanismo venimos denominando geografías de la multitud conectada (Pérez de Lama, 2004).

Ciborgs espacialmente extendidos

William Mitchell, del mit, aporta argumentos adicionales (2003):

Haríamos mejor si tomáramos como unidad de subjetividad, y de supervivencia, al individuo biológico «más» sus extensiones e interconexiones [...]. No soy el individuo vitruviano, encerrado en un círculo único y perfecto, mirando el mundo desde la perspectiva de mis coordenadas personales, a la vez que determinando la medida de todas las cosas [...]. Construyo y soy construido, en un proceso mutuo recursivo que continuamente implica mis límites fluidos y permeables y mis redes indefinidamente ramificadas. Soy un ciborg espacialmente extendido.

Haciéndose eco de autores como John MacHale, Guattari (2000) y Bruno Latour (2003), Mitchell nos propone pensar la arquitectura y el espacio urbano del siglo xxi como un territorio que se construye de forma dinámica mediante la interacción reticular de cuerpos móviles, flujos electrónicos y espacios físicos. Mitchell señala como, en el horizonte de la era de la red, nuestras extensiones tecnológico-espaciales interactuando continuamente con las de otros individuos tenderán a confundirse con el territorio. Y es posible que ya estemos alcanzando este horizonte. Según intuía Bateson, territorio ciborg y comunidades ciborg espacialmente extendidas tienden a ser cada vez más indiferenciables. Para explicar esto, que para algunos puede ser alarmante o exagerado, me gusta recordar el famoso silogismo de Bateson (s. a.):

Los hombres mueren.

La hierba muere.

Los hombres son hierba.

Como en el silogismo, no se trata tanto de una afirmación relativa al ser (sujeto) sino al devenir (predicado). Decimos que hombres y mujeres somos ciborgs espacialmente extendidos del mismo modo que Bateson afirma que los hombres son hierba. Nos parece oportuno pensarnos como tales para comprender, y así poder transformar, las relaciones entre tecnologías, sociedad y espacio. Esta sería la segunda hipótesis.

Geografías de ciencia ficción

Con el fin de explorar estas hipótesis, desde hace algunos años viene desarrollando experimentos en los que se recombinan ciencia ficción, tecnologías –sobre todo software libre– y nuevos movimientos sociales. Hackitecturas es uno de los nombres que utilizamos para describir estas recombinaciones. Hacia el año 2003 participamos, con otros colectivos de Andalucía y el norte de África, en la conceptualización y puesta en marcha de indymedia Estrecho (). El proyecto surgió en un momento en que la comunidad global debatía la crisis del modelo indymedia.

Tras un período de construcción de redes y debates, nuestra comunidad decidió afrontar el desarrollo de un nuevo tipo de indymedia. La primera de las innovaciones consistía en plantearnos indymedia como soporte para la producción de «un territorio otro». Extendiéndose sobre la frontera del estrecho de Gibraltar, nuestro propósito era participar en la creación de una nueva cartografía, de un territorio ciborg que efectivamente veíamos en proceso de emergencia entre las orillas de Europa y África. El espacio de comunicación de indymedia Estrecho era para nosotros no solo una capa adicional que se superponía al territorio, sino una herramienta para la re-creación de un espacio biopolítico con la vocación de producir hibridaciones entre lo físico y lo digital, entre inmigrantes y tecnólogos, entre activistas y comunicadores.

Haciendo balance de lo ocurrido entre el año 2003 y la actualidad, es necesario señalar que no todos los objetivos se han cumplido. Desde el punto de vista territorial, ha funcionado mejor en el ámbito andaluz. Desde el punto de vista biopolítico, aunque modestamente, sí que ha funcionado, especialmente del 2003 al 2006, como catalizador de redes y de nuevos acontecimientos de lo real. Desde el punto de vista de la enunciación colectiva y la información, viene funcionando, al menos en momentos singulares, como, por ejemplo, el de la crisis de Ceuta y Melilla del 2005, como un referente relevante en las cuestiones relativas a este territorio.

Fadaiat, relámpago desterritorializador

Conectado con indymedia Estrecho, Fadaiat fue otro de los experimentos en los que hemos participado aportando una perspectiva de intervención territorial. Se trató de una acción encuentro que llevamos a cabo entre Tarifa y Tánger en los veranos del 2004 y 2005 (Soto y Monsell, 2006). Tomamos el nombre de fadaiat de una entrevista con la socióloga marroquí Fátima Mernissi, en la que explicaba que este término árabe, que en su significado tradicional significaba ‘espacio’, había pasado a ser usado coloquialmente para referirse a todo tipo de artefactos relacionados con la comunicación electromagnética, tales como los satélites o las antenas parabólicas de televisión, tan ubicuas en Marruecos. Libertad de movimiento, libertad del conocimiento era el subtítulo del evento en el que nos reunimos activistas de la inmigración con artistas, arquitectos y activistas de la comunicación y las tecnologías para tratar de construir un devenir común. Por nuestra parte se trataba de explorar otros usos de las tecnologías de la comunicación de una forma situada. Una antena parabólica conectaba a Internet vía satélite el castillo de San Jorge y la playa de Tarifa, demostrando la viabilidad de una conexión móvil gestionada con recursos limitados. En el propio castillo, mirando al estrecho de Gibraltar, una segunda antena, traída para la ocasión por un grupo de hackers alicantinos (Global Telesat), veía una tercera antena gemela en una terraza tangerina, estableciendo un puente wifi entre las dos orillas. Próximos a cada una de estas antenas, en cada una de las orillas, establecimos un medialab temporal, de forma que el conjunto funcionaba como un laboratorio distribuido entre dos continentes que posibilitaba el trabajo cooperativo a través de la frontera. Desde este dispositivo territorial se enviaban streamings de vídeo a la red, que podían ser vistos por los internautas en cualquier parte del mundo. A su vez, este espacio público temporal recibió diversas conexiones en tiempo real desde otras geolocalizaciones implicadas en la producción del evento, que proyectadas en los muros del patio del castillo las hacían presentes de una forma social e inmersiva.

Quizás el principal interés de este dispositivo es que se produjo de forma cooperativa, con los saberes y capacidades de las redes de los movimientos sociales amigos. El dispositivo de comunicación funcionaba íntegramente con software libre, esto es, con el producto de la cooperación social y la inteligencia colectiva –que, como es bien conocido, es el mismo caso de la red indymedia–. La red giss (Global Independent Stream Support) sobre la que se produjeron los streams también es una red autónoma de servidores sindicados situados por todo el globo, construida durante los últimos años por las propias redes implicadas en Fadaiat. La capacidad, economía y sofisticación de los recursos compartidos por giss compite con ventaja con cualquier proyecto parecido del ámbito capitalista. Tecnológica y territorialmente Fadaiat fue un espejo distorsionador del sive (Sistema Integrado de Vigilancia Exterior), la barrera electrónica contra los flujos migratorios en la frontera sur que vienen levantando el Estado español y la Unión Europea desde el año 2002 (Soto, 2006).

Deseo de un «cuerpo androide»

La construcción de la «metrópolis ciborg» también tiene una dimensión vinculada a la producción de subjetividad, que me gusta argumentar utilizando la obra del arquitecto japonés Toyo Ito. Comentando su experiencia de Tokio a principios de la década de 1990, Ito escribía lo siguiente:

SAl atardecer se difumina el grosor y el peso de la existencia de las cosas como objetos materiales y empieza a flotar el espacio urbano cubierto solo por los fenómenos provocados por las luces o las imágenes, viniendo a ser el momento más atractivo de una ciudad como Tokio. Es el momento en el que el cuerpo se embriaga y disuelve en la ciudad como fenómeno..., una ciudad sin tiempo y sin lugar. Este tipo de espacio se caracteriza por tener homogeneidad, transparencia, fluidez, relatividad y fragmentación [...], un espacio enrarecido y transparente que no te hace sentir ni el grosor ni el peso de las cosas [Ito, 2000].

Estas primeras intuiciones, un tanto deslumbradas por el advenimiento de las tecnologías digitales y el ciberespacio, pasan a ser matizadas por el propio Ito en años recientes de una forma que tiene mayor interés para nosotros. En «Arquitectura de límites difusos», artículo publicado en 1999 (reeditado en el 2006 en España), Ito propone la emergencia del deseo de lo que denomina el «cuerpo del movimiento moderno electrónico». Este cuerpo sucedería en la breve genealogía del autor al «cuerpo del movimiento moderno», que a su vez habría representado el deseo de dejar atrás el «cuerpo de la experiencia vivida», propio de la sociedad preindustrial. El «cuerpo del movimiento moderno electrónico» incorpora para Ito el deseo de homogeneidad y transparencia propio de la modernidad pero, a la vez, aspira a un carácter doblemente «flotante»: flotante en los flujos de la naturaleza –según lo que podríamos llamar un paradigma ecológico– y flotante en las redes y flujos electrónicos –según lo que podríamos llamar un paradigma «ciborg» o del cuerpo ampliado–. A este cuerpo flotante de Ito nosotros superponemos otros devenires de carácter más sociopolítico que también entendemos que caracterizan a los nuevos sujetos metropolitanos, como serían los devenires cognitario, migrante y precario (Hard y Negri, 2004), y también todos aquellos relacionados con la dimensión central de los cuidados en nuestra existencia reticular; hablaríamos pues, como en la nueva suavidad de Suely Rolnik (2006), de un cuerpo flotante-rebelde.

Wikiplaza. indymedia-plaza

A finales del 2005 surgió la oportunidad de aplicar las hipótesis teóricas y los experimentos prácticos presentados en los párrafos precedentes al proyecto de un espacio público permanente en la ciudad de Sevilla. Se trataba de un concurso de ideas para la rehabilitación de un parque con equipamientos frente a la estación de Santa Justa, una de las principales entradas a la ciudad andaluza. En colaboración con Morales de Giles Arquitectos y Esther Pizarro, resultamos finalmente ganadores del concurso para la construcción de la llamada plaza de las Libertades. Partiendo de una discusión genérica sobre las nuevas libertades en la metrópolis global –movilidad, flexibilidad, devenir ciborg, ecología, participación–, nuestra contribución al proyecto consistió en una serie de diagramas que proponen hacer de la plaza un laboratorio de ciudadanía en el marco de la sociedad red. Se trata de la aplicación de conceptos y herramientas provenientes de las redes digitales, y más particularmente de las comunidades del software libre, a la construcción social de un espacio público abierto y participativo, que favorezca la agencia de sus habitantes. Aunque el proyecto digital se aplica en esta ocasión al proyecto de la plaza de las Libertades en Sevilla, tiene un carácter autónomo que le permitiría ser aplicado en otros lugares, en diferentes versiones, dando lugar así a una red de laboratorios urbanos conectados. Los conceptos desarrollados recombinan ideas y prácticas que en su mayoría están ya presentes en la red. El propósito es intentar llevar a la construcción de un espacio institucional permanente las experiencias creativas y organizativas acumuladas por los movimientos sociales durante la última década, entre otras indymedia, hackmeetings, Wikipedia, Fadaiat o Mayday, pero también las de la llamada web 2.0 de carácter comercial, como serían Google, Blogger, Flickr, Myspace, Facebook y Youtube, por nombrar solo algunas de las más destacadas. Continuamente reelaborados desde las primeras fases del trabajo, los diagramas conceptos que pretendemos aplicar en la wikiplaza son los siguientes.

a) La plaza como os (operating system)

Este diagrama propone el diseño del espacio público, como una analogía de los sistemas operativos de los ordenadores, esto es, como una combinación de arquitectura y software que funciona con un carácter infraestructural y reticular, que permite la gestión de diferentes interfaces, la conexión modular de diferentes dispositivos y periféricos, así como el funcionamiento de diferentes programas. Dispositivos y programas pueden conectarse y desconectarse en el tiempo, haciendo posible la transformación flexible del conjunto del sistema. Esta idea supone diseñar el espacio y sus instalaciones con un carácter reticular dotado de protocolos sencillos para la conexión y desconexión de dispositivos arquitectónico-espaciales y actividades urbanas.

b) La plaza como nodo activo de la red de redes

Diseño del espacio urbano como nodo que participa en la construcción del espacio de los flujos, dejándose atravesar por los diferentes flujos que tienen lugar en la metrópolis, así como siendo generador de estos. Se trata de crear un elemento activo en la producción de nuevas geografías híbridas. Los equipamientos de la plaza harán posible la generación por parte de las redes sociales vinculadas a la plaza de sus propias producciones: comunicación, bases de datos, comunidades productivas distribuidas. Las nuevas modalidades de telepresencia y de temporalidad serán también objeto de investigación en el nuevo espacio público, mediante conexiones, en tiempo real y en diferido, con otras geolocalizaciones.

c) La plaza como interfaz

Desde el punto de vista de los flujos de información, imágenes y conocimiento, los equipamientos de la plaza –pantallas urbanas, instalaciones interactivas, media lab– contribuirán a visibilizar lo que algunos denominan la ciudad invisible. Proponemos explorar el principio end2end que ha regido la red desde sus inicios, por el cual no existe limitación a aquello que enviamos a través de Internet, siempre que se ajuste a los protocolos que la regulen y que seamos capaces de hacerlo técnicamente. Se trataría aquí de construir la plaza como una interfaz que tenga, por un lado, un carácter social, y que, por otro, implique a los cuerpos –frente al modelo marcadamente individual y mental de nuestra relación habitual con la red–, y que, además, sea capaz de trasladar esta experiencia a otros lugares. Como un aspecto de su carácter de interfaz con las redes, imaginamos un espacio público que, como si fuera la cpu de un ordenador, cambie explícitamente de mood –mediante la iluminación, el sonido o la disposición de sus elementos móviles–, según su actividad esté en modo idle (en reposo), processing (cuando esté produciendo de forma interna), o active (cuando tienen lugar actividades y eventos públicos).

d) Espacio electromagnético ciudadano

El espacio electromagnético constituye una nueva dimensión del espacio urbano; algunos autores lo califican como el real estate más caro del planeta. La mayor parte del espectro electromagnético es de uso restringido, militar o comercial. Solo una pequeña parte que se suele denominar el espectro basura es de libre uso por parte de la ciudadanía (Dunne y Raby, 2001). En esta parte del espectro es donde se ubican las radios libres o la comunicación vía wifi, así como otros usos menores como los de los mandos de control remoto de la televisión. El nuevo espacio público deberá construirse también en este ámbito con redes wifi libres, de telefonía con voip y otros usos por conquistar, visibilizando a la vez los usos hegemónicos del espectro.

e) Ecología mediática ciudadana

El mundo de los medios constituye, como explicó Guattari, una dimensión fundamental de las ecologías contemporáneas. Beatriz Colomina (2007) describe nuestros modos de habitar como «envueltos en imágenes». La plaza puede funcionar como soporte para la producción y distribución de medios de comunicación autónomos. La imagen de la plaza como «Mille Plateaux» propone la idea de un sistema de cámaras conectadas a la red, para la retransmisión automática por Internet-TV de lo que ocurra en el espacio público, bien sean producciones audiovisuales, bien situaciones cotidianas. El sistema cuestionará la presencia ubicua de la videovigilancia en los espacios públicos, haciendo transparente y poniendo al servicio de los ciudadanos el uso de las cámaras y la distribución de las imágenes. Nos gusta denominar loglo («el resplandor de los logos», Denari, 1999) al paisaje nocturno de neones y led que caracteriza la metrópolis según la evocaba Toyo Ito. La plaza produciría un «loglo ciudadano», que se generase de manera participativa y desde lógicas independientes de lo comercial.

f) Jardín de microchips

Siguiendo la sugerencia de Toyo Ito, la plaza armonizará flujos naturales y electrónicos, en lugar de oponer lo artificial y lo natural.

g) Hiperplaza

Este diagrama organiza el espacio público según una lógica multicapa en la que lo físico se ve enriquecido y ampliado por lo digital. Aunque la idea de «capa» es eficaz para explicar el concepto, se trata más precisamente de una relación de mayor complejidad, en la que espacios físicos, redes electrónicas y redes sociales se hibridan en relaciones continuamente variables para la producción de un territorio en constante proceso de reconfiguración, una situación que William Mitchell (2003) describe como «campamentos de nómadas electrónicos».

h) Wikiplaza

El último diagrama es el de la construcción del espacio público como si de un wiki se tratara. El objetivo consiste en trasladar el modelo de la web social o web 2.0 a la producción de un territorio con un soporte físico. El carácter fluido del espacio planteado en los anteriores conceptos, la gestión del sistema operativo y de las interfaces urbano, la producción del espacio electromagnético y la ecología mediática serán llevados a cabo de forma cooperativa y abierta, al modo en que se produce la Wikipedia o Barrapunto, por citar algún ejemplo. Una combinación de protocolos sociales abiertos (Galloway, 2006), algoritmos de autoorganización consensuados y sistemas de sindicación de contenidos configurarán el nuevo espacio público como una geografía emergente con el potencial de ser materialización de la vida y expresión de la acción de la multitud de sus habitantes.

Un proyecto emancipador para la postmetrópolis

Estas ideas sobre espacio público y devenir ciborg de la multitud forman parte de una trabajo de investigación más amplio en torno a la necesidad de un proyecto emancipador de la postmetrópolis, esto es, de la metrópolis de la globalización y la sociedad red. Del mismo modo en que los experimentos de las vanguardias sociales y artísticas de finales del siglo xix y principios del xx fueron capaces de alumbrar un proyecto para la metrópolis industrial que afrontaba las necesidades masivas de vivienda y equipamientos urbanos y de un espacio público igualitario y transparente, las nuevas condiciones hacen necesario imaginar un nuevo proyecto territorial emancipador que considere las cuestiones de la movilidad, la flexibilidad, la digitalización y la ecología. Aunque la nueva metrópolis no será el resultado del diseño de arquitectos o teóricos de la ciudad, sino más bien de las prácticas experimentales y de las luchas sociales, sí nos parece necesaria la producción de narraciones e imágenes alternativas, que puedan ser objetos de deseo frente a la aparente ineluctabilidad del presente. Y es que, como decían Deleuze y Guattari, lo difícil es desear.

Bibliografía

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Soto, P. de; P. Monsell (dirs.) (2006): Fadaiat. Libertad de movimiento. Libertad de conocimiento, Málaga: Junta de Andalucía/cedma.

Notas

[1] Un corroboree es una reunión ceremonial de los aborígenes australianos. La palabra (en inglés) fue acuñada por los colonizadores europeos en Australia como imitación de la palabra aborigen caribberie. En un corroboree los aborígenes interactúan con el tiempo de los sueños a través de la danza, la música y el vestido. Muchas de las ceremonias representan actos ocurridos durante los sueños http://en.wikipedia.org/wiki/Corroboree.

 

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