No todas las posibilidades de construir nuevos espacios se agotan en el recinto de una exposición universal o un parque temático. Bajo la demoledora lógica del mercado del ocio y el entretenimiento, aún subsiste el sentido crítico, creativo y vivencial de un espacio público donde el transeúnte se convierte en ciudadano. Basta con generar los contextos y las condiciones propicias para que se generen procesos abiertos a la mutación. El debate define el sentido y el significado del espacio. El ágora se reconcilia con la red. Surgen así ámbitos híbridos trenzados de nuevas perspectivas y viejas experiencias, de imaginarios y emociones, de otras realidades. Los nuevos entornos ensanchan los contenidos habitables, y nuevos espacios resurgen así, como sin darnos cuenta de que sus ciudadanos y sus artistas, han sido también sus arquitectos.